#ElPerúQueQueremos

el negro canebo

EL PRESO JUAN AGUILAR CHACÓN "CANEBO"

"...estaba cara a cara con el "negro canebo". 

ELVIS BAYLÓN

Publicado: 2022-01-05


Todos conocen la historia del "Negro Canebo". Como no recordar aquella mañana de 1994, cuando con solo 17 años asesinó a sangre fría a un suboficial de inteligencia de la PNP. Pero; yo no conocí a ese delincuente sanguinario y despiadado, conocí al preso Juan Aguilar Chacón. A fines de noviembre del 2021 fui trasladado al penal Piedras Gordas, donde me asignaron al régimen C (Pabellón 4), fue ahí donde lo conocí.

Llegué a ese pabellón temeroso de lo que me esperaba dentro. Lo primero que sucedió fue que me entreviste con el delegado del pabellón seguidamente me indicaron cual era mi celda. Al día siguiente lo ví, era irreconocible, tenía en mi mente al "Canebo" flaco y drogadicto que salía en las noticias de televisión; se acercó, me saludo y yo respondí, estaba cara a cara con el temible "Negro Canebo". Llevaba puesto una camisa manga corta, pantalón de vestir y en su mano traía una biblia; me sentí confundido yo esperaba algo agresivo de su parte, por todo lo que ya había estado viviendo en ese lugar.

Después de bañarme en una de las duchas comunes. Subí a mi celda y al ir caminando por el pasadizo, a solo 3 celdas de la mía lo ví a “Canebo” con un cuchillo en mano y sin polo cortando una presa de pollo crudo, le busqué la mirada y él me volvió a saludar y dijo: ¡Oye nuevo, ven!, con un miedo terrible acepté conversar con él, además que no me quedaba otra, se presentó ante mí y platicamos sobre su vivencia en la Victoria y algunos conocidos que teníamos en común (futbolistas de Alianza Lima). Me picaba la curiosidad periodística por preguntarle sobre lo que él llamaba su vida pasada, lo tenía frente a mí y él solo me hablaba de la biblia y su participación en la iglesia que había dentro del pabellón.

Esa noche en mi cama pensaba si ese hombre no sentía remordimiento por las personas que había asesinado o las vidas que había cambiado en los familiares de sus víctimas. Por la mañana bajé por mi desayuno y nuevamente me lo crucé, obviamente lo saludé de manera educada y él contestó igual, no sentía respeto por él, si no temor. A las diez de la mañana escuché que había comenzado el culto de los presos evangélicos en el comedor y ahí estaba “Canebo” en primera fila, con ropa formal y su biblia en mano. Comencé a recordar todos los reportajes sobre él y sus actos delincuenciales, recordé sus declaraciones donde él mismo afirmaba que mataba por diversión, recordé también al joven que dejó inválido en 1995 al querer robarle su moto. Seguí observando y no podía creer que ese hombre que cantaba con tanta alegría había sido el responsable de tantas barbaridades. Me dijeron que “Canebo” había cambiado, que ya no era más el despiadado que veíamos en televisión cada vez que lo capturaban, que había sido entregado a Dios y que ahora predicaba la palabra.

Toda la primera semana lo observé a distancia para ver algún acto agresivo de su parte, algún abuso que cometa, algún amedrantamiento contra otro preso o simplemente algún consumo excesivo de droga que este acostumbrado a tener. No vi nada de lo que pensaba, solo lo veía caminar, conversar, leer su biblia y cocinar su almuerzo. Un día me anime y me puse el traje de periodista y le pregunté: ¿Qué harás al salir? Y él respondió: Faltaba mucho para salir y solo quiero vivir mi vida tranquilo y alejado de los problemas. Lo escuchaba y no lo creía, así que le pregunté: ¿Qué crimen recuerdas más? No obtuve respuesta. Entendí que esa pregunta no fué de su agrado, así que cambié el tema y pregunté: ¿Cómo debo comportarme en el pabellón para no tener problemas? Y “Canebo” respondió: “Éste es un pabellón tranquilo, casi no hay problemas así que solo no te metas con nadie y vive tu cana”, agradecí su consejo y continúe mi camino rumbo el patio.

No sé si “Canebo” está arrepentido de todo lo que hizo, pero yo no conocí al asesino sanguinario que veía en noticias, yo conocí al preso Juan Aguilar Chacón, un preso que asiste todos los días al culto de los presos evangélicos del pabellón 4, régimen “C” del penal Piedras Gordas. Quizá sea su fachada para que pase tranquilo su cana, como se dice adentro, quizás este encaminado en la senda del señor, quizás busca perdón y no sabe cómo obtenerlo; es algo que no llegué a saber y no intenté averiguar por la peligrosidad que sentía. La verdad de su cambio lo sabremos cuando salga, dentro de muchos años.


Escrito por

Elvis Baylón

Periodista y padre de familia. Sígueme en @SinLapis


Publicado en